Cómo afrontar la tristeza de una tragedia que no viviste, pero igual te toca

Carlos
Fuente de la imagen: articulo14.es
El dolor ajeno se queda. Se queda en el aire, en las imágenes que vimos y en las palabras que escuchamos. Es como una sombra que se mete bajo la piel, sin pedir permiso, sobre todo cuando pasa algo tan desgarrador como la tragedia en Valencia. Tal vez no estuviste ahí, pero sientes esa tristeza como si fuera tuya, y esa empatía—tan humana, tan inevitable—te toca. Sabes que necesitas cuidarte también, ¿verdad?
Es probable que ya hayas estado haciendo voluntariado, estar allí directamente ayudando a los afectados, pero es posible que no, sea porque no puedes o no quieres.
Si es ese tu caso, aquí tienes algunas ideas para digerir lo que sientes de una manera práctica y compasiva.
1. Permítete sentirlo.
No corras, no te hagas el fuerte, no tapes ese nudo en el pecho. A veces, la primera reacción es querer “seguir adelante”, como si hacerle espacio al dolor lo hiciera más real. Pero ese peso que llevas dentro, esa presión que apenas puedes describir, necesita salir. Ponle palabras al dolor, escríbelo, dilo en voz alta. Habla con alguien en quien confíes, o simplemente contigo mismo. Darse permiso para sentir es un acto valiente. Así empieza a sanar.
2. Prueba el mindfulness.
Sí, estar aquí y ahora. Ni en el “qué habría pasado si…” ni en el “¿qué pasará?”. Sólo este instante. Encuentra un lugar donde puedas sentarte sin que nadie te interrumpa. Cierra los ojos. Respira profundo, y observa lo que pasa en tu interior sin intentar cambiarlo, sin juzgarlo. Como si fueras un espectador. Es un momento de pausa. Tal vez no resuelva todo, pero esta breve conexión contigo mismo es un primer paso para soltar.
3. Actúa con compasión.
A veces, hacer algo, aunque sea pequeño, nos alivia. No necesitas hacer un gran gesto. Quizás una donación para los afectados, un mensaje de apoyo o, si prefieres algo más cercano, ayuda a alguien en tu entorno. Lo que cuenta es la intención. Estos actos de compasión son, en su sencillez, poderosos. Te recuerdan que no eres sólo un observador pasivo del sufrimiento, sino una persona capaz de aportar, aunque sea un poco. Y, sí, esa pequeña acción importa.
4.Confía en el karma positivo.
¿Sabías que en algunas filosofías orientales se dice que toda acción nace con una semilla? Cuando haces algo desde el corazón, esa energía positiva se mueve, aunque no la veas. Visualízalo. Si hoy decides hacer algo bueno o enviar pensamientos de paz a los que sufren, ese acto regresa de alguna forma, como una cadena invisible. Imagina esa red de buenos actos conectándonos a todos, más allá de lo que comprendemos.
5. Déjate llevar por el movimiento.
El cuerpo siente, guarda, retiene. ¿Sabías que moverse ayuda a liberar tensiones emocionales? Así que levántate, estírate, sal a caminar. El simple acto de mover el cuerpo puede ser el desahogo que tu mente necesita. Respira el aire fresco, escucha los sonidos a tu alrededor. Al movernos, estamos soltando, dejando que el cuerpo también se exprese. Y a veces, es en ese soltar físico donde la mente encuentra un poco de calma.
Recuerda esto: la compasión, esa empatía que sientes, es poderosa. Incluso cuando parece que no puedes hacer nada para cambiar lo que ha pasado, la humanidad que muestras —hacia otros y hacia ti mismo— es un acto de bondad. No necesitas cargar con todo. Basta con dar un paso, solo uno, para que el camino sea un poco menos pesado.
Cosas que molan
Suscríbete para que recibas notas u ofertas
Thank you!
You have successfully joined our subscriber list.